Pamplona, 12 de julio de 1969. Es el quinto día de fiestas en honor a San Fermín, patrón
de la ciudad. Como cada año, un millón de personas alarga la noche para ver el encierro al amanecer. Todos visten de blanco. Los corredores esperan ansiosos a que se abra el corral donde está la manada de toros.
A las 7 de la mañana explota el cohete que da inicio al encierro. Se abren las puertas y seis toros bravos salen disparados. Cientos de personas corren por las calles cuando, de repente, un toro se separa del grupo. En su recorrido, embiste a un hombre y lo lanza por los aires. El hombre muere al instante de una cornada en el corazón.
Nadie sabe quién es. La policía no encuentra su documentación, solo un llavero con la letra H en uno de sus bolsillos. Llama la atención que, aunque durante esos días todo el mundo viste de blanco, él lo hace de azul. Por la morgue del hospital pasan más de 500 personas para intentar identificarle. Todo esfuerzo es inútil, hasta que una enfermera que entra al turno de la tarde lo reconoce. Entre lágrimas cuenta que había estado bailando con él la noche anterior.
H era mi tío.
Presentación y coloquio con Carlos Pardo