El jueves 9 de mayo falleció el actor navarro Alfredo Landa, a los ochenta años. Con una filmografía que supera los ciento cincuenta títulos (entre cine y televisión), es uno de los más prolíficos y populares intérpretes de la cinematografía española. Premiado, entre otros, con el galardón al mejor actor en el festival de cine de Cannes, y con el Príncipe de Viana de la Cultura, será siempre una referencia obligada en el conocimiento de la historia del cine español de la segunda mitad del siglo XX.
Nace el 3 del 3 del 33 (a las 3, según sus propias palabras, o mejor dicho las de su madre) en la calle San Antón de Pamplona, bautizado con el nombre de Alfredo José Landa Areta. A los 12 años se trasladó a vivir a San Sebastián, donde cursó el bachillerato y se matriculó más tarde de Derecho, pero tras su experiencia en el Teatro Español Universitario (T.E.U.) de San Sebastián, quedó enganchado al duende de la escena y decidió dedicarse de lleno a la interpretación.
En 1958 se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar como actor de doblaje. Un año más tarde obtuvo el primer contrato de teatro para actuar en la obra Nacida ayer. Desde entonces ha trabajado en el teatro, cine y series de TV.
Su debut cinematográfico se produjo de la mano de José María Forqué en Atraco a las tres, en el año 1962. Sus primeros papeles fueron de carácter cómico, en los que será encasillado en un arquetípico personaje que hará de él una de las máximas figuras del cine español. Es el creador de una corriente llamada "landismo" y define la represión sexual española en clave de humor durante la década de los setenta.
Cuando todos creían que era un actor encasillado en representar al reprimido españolito, supo evolucionar, y éste fue su gran mérito, hasta enlazar su trayectoria profesional con la evolución de la sociedad española. Y esto queda patente por primera vez en la película El puente, dirigida por Juan Antonio Bardem, y más tarde en largometrajes como El crack, Los santos inocentes, La vaquilla, Sinatra, El rey del río, El bosque animado, Marcelino pan y vino, Canción de cuna…
Era la antítesis del estereotipo de galán, pero se convirtió en un comediante y un actor excepcional capaz de representar tipos y personajes con multitud de registros.
En los años noventa su popularidad se incrementó por el éxito de las series televisivas que protagonizó: Don Quijote, Lleno, por favor y Por fin solos.
En 1984 ganó en Cannes el premio al mejor actor junto a Francisco Rabal por “Los santos inocentes” de Mario Camus y recogió dos premios Goya del cine español al mejor actor: el primero en 1987 por El bosque animado y el segundo en 1992 por La marrana. En 2007 recibió el Goya de Honor de la Academia del Cine Español, en reconocimiento al conjunto de su carrera.
Alfredo Landa ha sido uno de los grandes actores de España, con un técnica interpretativa llena de recursos y de honradez profesional, y se le recordará como una de las presencias más memorables del cine español.